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El molino de viento
Grimm Märchen

El molino de viento - Cuento de hadas de Hans Christian Andersen

Tiempo de lectura para niños: 8 min

En la cima del cerro había un molino de viento, de altivo aspecto; y la verdad es que se sentía muy orgulloso.

– No es que sea orgulloso – decía -, lo que sí soy muy ilustrado, por fuera y por dentro. Tengo el sol y la luna para mi uso externo y también interno, y además dispongo de velas de estearina, lámparas de aceite y bujías de sebo. Bien puedo decir que soy un molino de luces; un ser inteligente y tan perfecto, que da gusto. Tengo en el pecho una rueda, y cuatro alas dispuestas sobre la cabeza, inmediatamente debajo del sombrero. Las aves, en cambio, poseen sólo dos, y las llevan en la espalda. De nacimiento soy holandés, bien se nota por mi figura; un holandés volante que, como no ignoro, figura entre los seres sobrenaturales, y, con todo, soy perfectamente natural. Tengo una galería alrededor del estómago y una vivienda en la parte inferior; en ella habitan mis pensamientos. Al más fuerte de ellos, el que manda y domina, lo llaman los demás «el molinero». Ése sabe lo que se trae entre manos, y está muy por encima de la harina y la sémola; sin embargo, tiene a su compañera, la «molinera». Ella es el corazón; no corre sin ton ni son de un lado para otro, pues también ella sabe lo que quiere y lo que puede; es suave como una leve brisa, y fuerte como un vendaval; es prudente y logra imponer su voluntad. Es mi sentido de la suavidad, el padre es el de la dureza. Aunque son dos, forman una sola persona, y entre ellos se llaman «mi mitad». Tienen hijos: pequeños pensamientos que crecerán. ¡Cuántas diabluras cometen los rapaces! No hace mucho me sentía deprimido e hice que el padre y sus oficiales examinasen mi mecanismo y la rueda que tengo en el pecho; quería saber lo que me ocurría, pues algo en mí no marchaba como debiera, y conviene vigilarse; los pequeñuelos metieron un ruido infernal, cosa muy enfadosa cuando se vive en la cumbre de una colina. Hay que contar con que todos te ven, y no se debe despreciar la opinión pública. Pero, como iba diciendo, los chiquillos cometieron una de travesuras… El más chiquitín se me subió sobre el sombrero, y armó tal alboroto que me daba cosquillas. Los pensamientos chicos pueden crecer, lo sé por experiencia. Y de fuera vienen también pensamientos, y no precisamente de mi linaje, pues no veo a ningún pariente en todo lo que alcanza mi vista; estoy sólo. Pero las casas sin alas, donde no se oye el girar de la rueda, tienen también pensamientos que vienen a reunirse con los míos y se enamoran unos de otros, como suele decirse. Es bien asombroso. ¡La de cosas extrañas que hay en el mundo! No sé si me ha venido de dentro o de fuera, pero el hecho es que ha habido un cambio en mi mecanismo. Es algo así como si el padre hubiese cambiado su mitad, como si hubiera venido un sentido más dulce aún, una compañera más amorosa, joven y buena y, sin embargo, la misma, pero más dulce y más piadosa a medida que pasa el tiempo. Lo amargo se ha evaporado; el conjunto resulta muy agradable. Van y vienen los días, cada vez más claros y alegres, hasta que – sí, dicho y escrito está – llegará uno en que todo habrá terminado para mí, aunque no del todo. Me derribarán para reconstruirme, nuevo y mejor. Desapareceré, pero seguiré viviendo. Seré distinto y, no obstante, seré el mismo. Esto me resulta muy difícil de comprender, pese a toda mi ilustración y a que me iluminan el sol, la luna, la estearina, el aceite y el sebo. Mis viejas paredes y habitaciones volverán a alzarse de entre los escombros. Espero que conservaré mis antiguos pensamientos: el molinero, la madre, los mayores y los chicos, la familia, como los llamo en conjunto, uno y, sin embargo, tantos, todo el conjunto de pensamientos, que ya me es imprescindible. Y tengo que seguir también siendo yo mismo, con la rueda en el pecho, las alas sobre la cabeza, la galería en torno al estómago; de otro modo no me reconocería, y tampoco me reconocerían los demás, y no podrían decir: «Ahí tenemos el molino en la colina, tan apuesto pero nada orgulloso». Todo esto dijo el molino, y muchas cosas más; pero lo más importante es lo que hemos apuntado. Y vinieron los días y se fueron, hasta que llegó el último. Estalló un incendio en el molino; eleváronse las llamas, proyectándose hacia fuera y hacia dentro, lamiendo las vigas y planchas y devorándolas. Desplomóse el edificio, y no quedó de él más que un montón de cenizas. De él se levantaba una columna de humo, que el viento dispersó. Lo que de vivo había en el molino, vivo quedó, y, en vez de sufrir daños, más bien salió ganando. La familia del molinero, un alma con muchos pensamientos, se construyó un molino nuevo y hermoso para su servicio, de aspecto exactamente igual al anterior, por lo que la gente decía: «Ahí está el molino de la colina, altivo y apuesto». Pero estaba mejor construido, más a la moderna, pues los tiempos progresan. Los viejos maderos, carcomidos y esponjosos, yacían convertidos en polvo y ceniza; el cuerpo del molino no volvió a levantarse, como él había creído; había dado fe a las palabras, pero no hay que tomar las cosas tan al pie de la letra.

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Antecedentes

Interpretaciones

Lengua

„El molino de viento“ de Hans Christian Andersen es un cuento alegórico que explora temas de identidad, cambio y el ciclo de vida, utilizando un molino personificado como protagonista. En la cima de una colina, el molino se describe a sí mismo como un ser inteligente y sofisticado, lleno de orgullo moderado, gracias a su iluminación interna y externa proporcionada por el sol, la luna y varias fuentes de luz artificial. Considera que ha recibido una educación tanto por dentro como por fuera y siente que pertenece a un linaje extraordinario, similar a los „holandeses voladores“, reconociendo su propia naturaleza al mismo tiempo sobrenatural y natural.

El molino no está completamente solo, ya que alberga una especie de comunidad de pensamientos personificados como una familia, con el „molinero“ representando a la figura paternal y dominante, y la „molinera“ simbolizando el corazón suavemente poderoso y prudente. Juntos, tienen pequeños pensamientos que simbolizan ideas en crecimiento. Aunque el molino cree tener cierto control y conocimiento, se da cuenta de que hay cambios internos y externos que no siempre puede explicar o prever completamente.

La narrativa del molino se centra en su reflexión sobre el paso del tiempo y el cambio inevitable. Se enfrenta a un incendio que lo consume y lo reduce a cenizas, pero su esencia, su „familia de pensamientos“, sobrevive y se traslada a un nuevo molino construido a su imagen, pero mejorado. La historia concluye con una reflexión sobre la continuidad en el cambio, ya que mientras el antiguo molino ha sido destruido físicamente, su identidad permanece intacta en la nueva estructura. Este ciclo de destrucción y renovación enfatiza la idea de progreso y evolución, sugiriendo que el núcleo de quienes somos puede perdurar a pesar de las transformaciones externas.

„El molino de viento“ por Hans Christian Andersen es un cuento que personifica a un molino, otorgándole pensamientos, emociones y una vida interna rica y compleja, lo cual permite explorar temas como la identidad, el cambio, la continuidad y la percepción de uno mismo en relación con el entorno.

El molino se presenta a sí mismo como un ser ilustrado y orgulloso, con una disposición única, pues tiene una „familia“ de pensamientos que habitan en su interior, encabezada por el „molinero“ y la „molinera“. Esta alegoría sugiere que el molino no solo es una máquina, sino también un ser que reflexiona sobre su existencia, aludiendo a la capacidad humana de introspección y autoconocimiento.

Uno de los temas principales es el cambio: el molino reflexiona sobre la posibilidad de ser derribado y reconstruido, lo que simboliza la transformación y renacimiento. Aunque teme perder su identidad, el molino también reconoce que el cambio es inevitable y puede llevar a una versión más moderna y mejorada de sí mismo.

El relato también aborda la naturaleza cíclica de la vida y la continuidad del ser. A pesar de su destrucción por el fuego, el molino „vive“ en su nuevo estado, preservando la esencia de lo que era, aunque en una forma distinta. Esto sugiere una visión optimista del progreso: aunque sufrimos transformaciones y perdemos partes de nuestra antigua identidad, seguimos adelante con una esencia que permanece constante.

La interacción del molino con los pensamientos de otras casas (que no tienen „alas“ ni una „rueda en el pecho“) refleja el intercambio de ideas y la comunión humana, a pesar de las diferencias. Esto puede interpretarse como un comentario sobre la interconexión de todos los seres, que comparten y enriquecen sus experiencias mutuas.

En conjunto, Andersen utiliza la figura del molino antropomorfizado para explorar el complejo concepto de identidad y transformación, el balance entre lo viejo y lo nuevo, y la idea de que, a pesar de los cambios físicos o externos, la esencia de uno mismo persiste.

El cuento „El molino de viento“ de Hans Christian Andersen presenta una rica variedad de elementos lingüísticos y literarios que vale la pena analizar.

Personificación: El molino de viento es el protagonista del cuento y está personificado desde el principio. Se le atribuyen cualidades humanas, como el orgullo, la percepción y la introspección. Esta personificación no solo aporta vida al molino, sino que también permite explorar temas complejos como la identidad, el cambio y la continuidad.

Metáfora y simbolismo: El molino representa más que un simple mecanismo; simboliza la introspección humana y la transformación espiritual y mental. El cuento toca el tema de la evolución personal a través del envejecimiento y la renovación. El fuego al final del cuento, que destruye al molino físico para dar paso a uno nuevo, actúa como una metáfora para el ciclo de la vida y la muerte, así como para la idea de renacimiento y continuidad del alma o del ser esencial.

Narrador y perspectiva: La historia es narrada desde el punto de vista del molino, lo que ofrece una perspectiva única. La autopercepción del molino añade una capa reflexiva sobre cómo los seres (u objetos) se entienden a sí mismos y su propósito. Esto permite al lector cuestionar la naturaleza de la conciencia y del ser.

Contraste y comparación: Andersen utiliza comparaciones entre el molino y otros seres, como las aves y las casas, para resaltar su singularidad y „altivez“. Estas comparaciones aportan profundidad al carácter del molino, subrayando su orgullo y su autoimagen como un „ser sobrenatural“ pero „perfectamente natural“.

Estructura temática: La estructura del cuento lleva al lector a través de un ciclo de vida del molino. Inicia con su autovaloración, pasa por un proceso de introspección y culmina con su destrucción y posterior reconstrucción. Esta estructura refuerza los temas de transformación y perpetuidad.

Reflexión filosófica: Andersen invita al lector a reflexionar sobre el cambio inevitable, el progreso y cómo lo esencial de nuestra identidad puede perdurar a pesar de las transformaciones físicas. El molino filosofa sobre su existencia y su fin, un ejercicio que resuena con las preocupaciones humanas sobre el legado y la memoria.

Lenguaje y estilo: Andersen utiliza un lenguaje poético y un estilo narrativo fluido que encierra un mensaje filosófico profundo dentro de un cuento aparentemente simple. El tono es casi ingenuo en su apariencia, pero se profundiza a medida que se explora el monólogo interno del molino.

En resumen, „El molino de viento“ es una alegoría rica y multifacética que emplea técnicas literarias para explorar temas universales de identidad, transformación y continuidad. A través de su escritura lírica y reflexiva, Andersen invita al lector a considerar la naturaleza del cambio y la esencia del ser.


Información para el análisis científico

Indicador
Valor
TraduccionesDE, EN, DA, ES
Índice de legibilidad de Björnsson39.9
Flesch-Reading-Ease Índice30.8
Flesch–Kincaid Grade-Level12
Gunning Fog Índice17.3
Coleman–Liau Índice9.6
SMOG Índice12
Índice de legibilidad automatizado9.1
Número de Caracteres4.933
Número de Letras3.859
Número de Frases44
Número de Palabras893
Promedio de Palabras por oración20,30
Palabras con más de 6 letras175
Porcentaje de palabras largas19.6%
Número de Sílabas1.641
Promedio de Sílabas por Palabra1,84
Palabras con tres Sílabas205
Porcentaje de palabras con tres sílabas23%
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