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La niña de los Fósforos
La niña de los Fósforos Märchen

La niña de los Fósforos - Cuento de hadas de Hans Christian Andersen

Tiempo de lectura para niños: 8 min

¡Qué frío hacía!; nevaba y comenzaba a oscurecer; era la última noche del año, la noche de San Silvestre. Bajo aquel frío y en aquella oscuridad, pasaba por la calle una pobre niña, descalza y con la cabeza descubierta. Verdad es que al salir de su casa llevaba zapatillas, pero, ¡de qué le sirvieron! Eran unas zapatillas que su madre había llevado últimamente, y a la pequeña le venían tan grandes, que las perdió al cruzar corriendo la calle para librarse de dos coches que venían a toda velocidad. Una de las zapatillas no hubo medio de encontrarla, y la otra se la había puesto un mozalbete, que dijo que la haría servir de cuna el día que tuviese hijos.

La niña de los fósforos Cuento de hadasImagen: Paul Hey (1867 – 1952)

Y así la pobrecilla andaba descalza con los desnudos piececitos completamente amoratados por el frío. En un viejo delantal llevaba un puñado de fósforos, y un paquete en una mano. En todo el santo día nadie le había comprado nada, ni le había dado un mísero chelín; volvíase a su casa hambrienta y medio helada, ¡y parecía tan abatida, la pobrecilla! Los copos de nieve caían sobre su largo cabello rubio, cuyos hermosos rizos le cubrían el cuello; pero no estaba ella para presumir.

En un ángulo que formaban dos casas -una más saliente que la otra-, se sentó en el suelo y se acurrucó hecha un ovillo. Encogía los piececitos todo lo posible, pero el frío la iba invadiendo, y, por otra parte, no se atrevía a volver a casa, pues no había vendido ni un fósforo, ni recogido un triste céntimo. Su padre le pegaría, además de que en casa hacía frío también; sólo los cobijaba el tejado, y el viento entraba por todas partes, pese a la paja y los trapos con que habían procurado tapar las rendijas. Tenía las manitas casi ateridas de frío. ¡Ay, un fósforo la aliviaría seguramente! ¡Si se atreviese a sacar uno solo del manojo, frotarlo contra la pared y calentarse los dedos! Y sacó uno: «¡ritch! ». ¡Cómo chispeó y cómo quemaba! Dio una llama clara, cálida, como una lucecita, cuando la resguardó con la mano; una luz maravillosa. Parecióle a la pequeñuela que estaba sentada junto a una gran estufa de hierro, con pies y campana de latón; el fuego ardía magníficamente en su interior, ¡y calentaba tan bien! La niña alargó los pies para calentárselos a su vez, pero se extinguió la llama, se esfumó la estufa, y ella se quedó sentada, con el resto de la consumida cerilla en la mano.

Encendió otra, que, al arder y proyectar su luz sobre la pared, volvió a ésta transparente como si fuese de gasa, y la niña pudo ver el interior de una habitación donde estaba la mesa puesta, cubierta con un blanquísimo mantel y fina porcelana. Un pato asado humeaba deliciosamente, relleno de ciruelas y manzanas. Y lo mejor del caso fue que el pato saltó fuera de la fuente y, anadeando por el suelo con un tenedor y un cuchillo a la espalda, se dirigió hacia la pobre muchachita. Pero en aquel momento se apagó el fósforo, dejando visible tan sólo la gruesa y fría pared.

Encendió la niña una tercera cerilla, y se encontró sentada debajo de un hermosísimo árbol de Navidad. Era aún más alto y más bonito que el que viera la última Nochebuena, a través de la puerta de cristales, en casa del rico comerciante. Millares de velitas, ardían en las ramas verdes, y de éstas colgaban pintadas estampas, semejantes a las que adornaban los escaparates. La pequeña levantó los dos bracitos… y entonces se apagó el fósforo. Todas las lucecitas se remontaron a lo alto, y ella se dio cuenta de que eran las rutilantes estrellas del cielo; una de ellas se desprendió y trazó en el firmamento una larga estela de fuego.

«Alguien se está muriendo» -pensó la niña, pues su abuela, la única persona que la había querido, pero que estaba muerta ya, le había dicho: -Cuando una estrella cae, un alma se eleva hacia Dios.

Frotó una nueva cerilla contra la pared; se iluminó el espacio inmediato, y apareció la anciana abuelita, radiante, dulce y cariñosa.

– ¡Abuelita! -exclamó la pequeña-. ¡Llévame, contigo! Sé que te irás también cuando se apague el fósforo, del mismo modo que se fueron la estufa, el asado y el árbol de Navidad. Apresuróse a encender los fósforos que le quedaban, afanosa de no perder a su abuela; y los fósforos brillaron con luz más clara que la del pleno día.

La niña de los fósforos Cuento de hadasE. Stuart Hardy (1865 – 1935)

Nunca la abuelita había sido tan alta y tan hermosa; tomó a la niña en el brazo y, envueltas las dos en un gran resplandor, henchidas de gozo, emprendieron el vuelo hacia las alturas, sin que la pequeña sintiera ya frío, hambre ni miedo. Estaban en la mansión de Dios Nuestro Señor.

Pero en el ángulo de la casa, la fría madrugada descubrió a la chiquilla, rojas las mejillas, y la boca sonriente… Muerta, muerta de frío en la última noche del Año Viejo. La primera mañana del Nuevo Año iluminó el pequeño cadáver, sentado, con sus fósforos, un paquetito de los cuales aparecía consumido casi del todo. «¡Quiso calentarse! », dijo la gente. Pero nadie supo las maravillas que había visto, ni el esplendor con que, en compañía de su anciana abuelita, había subido a la gloria del Año Nuevo.

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Antecedentes

Interpretaciones

Lengua

„La niña de los fósforos“ es un conmovedor cuento de hadas escrito por Hans Christian Andersen. La historia se centra en una niña pobre que deambula descalza por las calles en una fría noche de fin de año. A pesar de su miseria, la niña intenta vender fósforos para ganarse unas monedas. Con cada fósforo que enciende para calentarse, experimenta visiones de consuelo y felicidad, como un cálido hogar con una estufa encendida, una deliciosa cena y un hermoso árbol de Navidad. Finalmente, con el último fósforo, ve a su amorosa abuela, quien la lleva consigo al cielo.

El relato es un reflejo de las duras realidades de la pobreza y la indiferencia del mundo exterior. A través de su estilo poético y melancólico, Andersen invita al lector a sentir compasión por la niña y a reflexionar sobre la desigualdad y la esperanza en tiempos difíciles. La historia es un poderoso recordatorio de la importancia de la empatía y la necesidad de cuidar y proteger a los más vulnerables en la sociedad.

„La niña de los fósforos“, un cuento de hadas de Hans Christian Andersen, es una historia conmovedora que explora temas de pobreza, soledad, esperanza y redención. A través de la breve y trágica vida de la protagonista, Andersen destaca las duras realidades a las que se enfrentan los desamparados y desposeídos, especialmente durante una época de celebraciones, como es el fin de año.

La protagonista, una niña pobre que vende fósforos, representa a los más vulnerables de la sociedad, quienes son ignorados por el resto del mundo. El frío y la indiferencia que enfrenta simbolizan no solo condiciones físicas adversas sino también la falta de compasión humana. Despojada de protección y calidez, tanto física como emocional, la niña recurre a encender fósforos para encontrar consuelo y calor momentáneo.

Cada fósforo que enciende desencadena una visión que contrasta su sombría realidad con imágenes de felicidad y calidez. La primera visión, una estufa de hierro, representa el calor y el consuelo que tanto anhela. La siguiente visión con un banquete magnificente simboliza la alimentación y el sustento que le falta. El árbol de Navidad en la tercera visión sugiere la felicidad, el amor y la celebración que son inaccesibles para ella en su estado de pobreza. La escena culmina con la aparición de su abuela, un símbolo de amor y seguridad, y la promesa de una existencia libre de sufrimiento y dolor.

Al final, cuando la niña fallece, el autor presenta su muerte no como un fin sombrío, sino como una liberación dulce y trascendental. Aunque muere de frío en el mundo físico, su espíritu es acogido por la abuela en una gloria celestial, donde encuentra finalmente la paz y la felicidad que le fueron negadas en vida.

La historia es una crítica social poderosa que invita al lector a reflexionar sobre la importancia de la empatía y la acción caritativa. A través de las experiencias de la niña, Andersen destaca la necesidad de compasión hacia los menos afortunados, especialmente durante tiempos de abundancia y celebración para otros. „La niña de los fósforos“ sigue siendo un recordatorio impactante de las profundas desigualdades en el mundo y la urgente necesidad de humanidad y amor en nuestras interacciones con los demás.

El cuento „La niña de los fósforos“ de Hans Christian Andersen es una pieza literaria que combina elementos narrativos con un profundo simbolismo y crítica social. A continuación, se presenta un análisis lingüístico de este cuento de hadas:

Contexto temporal y espacial: El cuento está ambientado durante el invierno y en la última noche del año, la noche de San Silvestre. Esta elección de tiempo y espacio no es accidental; el frío y la oscuridad refuerzan la situación de desamparo de la protagonista. La mencionada transición entre el Año Viejo y el Año Nuevo simboliza un cambio significativo, una finalización marcada por la muerte de la niña y un nuevo comienzo en la trascendencia.

Perspectiva narrativa: Andersen utiliza una narración en tercera persona omnisciente que permite al lector conocer no solo las acciones y el entorno de la niña, sino también su sufrimiento interior y sus más profundas ilusiones y deseos.

Símbolos y metáforas:

El frío y la oscuridad: Representan el desamparo y la indiferencia de la sociedad hacia los más necesitados. Son una constante amenaza para la vida de la niña.

Los fósforos: Simbolizan la esperanza y el pequeño refugio ante la adversidad. Cada cerilla que enciende no solo proporciona calor temporal, sino que también desencadena visiones de confort y felicidad que contrastan con su cruda realidad.

La estrella fugaz: La creencia de que una estrella que cae representa un alma que asciende es una metáfora del paso de la vida a la muerte, y en este caso, de la vida terrenal a la vida celestial.

Contrastes: Andersen usa el contraste entre la miseria de la niña y las visiones cálidas y festivas para enfatizar la crueldad de su condición. La percepción de las luces brillantes frente a la fría oscuridad de la realidad destaca la lucha interna entre la esperanza y la desesperación.

Lenguaje y tono: El lenguaje utilizado por Andersen es sencillo pero evocador, lo que permite que tanto niños como adultos puedan conectar con la narrativa y sus significados más profundos. El tono es triste y melancólico, creando una atmósfera de compasión y reflexión.

Crítica social: A través de esta historia, Andersen critica la indiferencia de la sociedad hacia el sufrimiento de los más vulnerables. La gente que rodea a la niña permanece ajena a su dolor, simbolizando una falta de empatía y acción.

El final: El desenlace del cuento, con la niña encontrando la paz solo en la muerte junto a su abuelita, es una poderosa declaración sobre la soledad y la búsqueda de amor y cobijo. La reacción de la gente al encontrar su cuerpo destaca la superficialidad de sus percepciones frente a los verdaderos sueños y visiones de la niña.

En resumen, „La niña de los fósforos“ es mucho más que un simple cuento de hadas; es una obra con múltiples capas de significado que invita a la reflexión sobre la compasión, el anhelo de un lugar mejor, y la crítica a la falta de humanidad en el entorno social.


Información para el análisis científico

Indicador
Valor
TraduccionesDE, EN, EN, EL, DA, ES, FR, IT, NL, RO
Índice de legibilidad de Björnsson40.1
Flesch-Reading-Ease Índice23.3
Flesch–Kincaid Grade-Level12
Gunning Fog Índice18.4
Coleman–Liau Índice10.1
SMOG Índice12
Índice de legibilidad automatizado8.3
Número de Caracteres4.963
Número de Letras3.904
Número de Frases49
Número de Palabras888
Promedio de Palabras por oración18,12
Palabras con más de 6 letras195
Porcentaje de palabras largas22%
Número de Sílabas1.733
Promedio de Sílabas por Palabra1,95
Palabras con tres Sílabas253
Porcentaje de palabras con tres sílabas28.5%
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