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La hoya de la campana
Grimm Märchen

La hoya de la campana - Cuento de hadas de Hans Christian Andersen

Tiempo de lectura para niños: 11 min

¡Ding, dang, ding, dang!, óyese el tañido de la campana procedente del fondo de la selva cruzada por el río de Odense. ¿Qué río es ése? Todos los niños de la ciudad de Odense lo conocen; corre abajo, rodeando los jardines, desde la esclusa hasta el molino, pasando el puente de madera. Crecen en él amarillos «botones de agua», cañaverales de hojas pardas y negras cañas aterciopeladas, altas y esbeltas. Viejos sauces rajados, torcidos y contrahechos, inclinan sus ramas sobre el «Pantano del monje» y junto al prado de Bleicher; pero enfrente se alinean los jardines y huertos, todos distintos, ora plantados de hermosas flores y con glorietas limpias y primorosas, como una casita de muñecas, ora sembrados sólo de hortalizas. A veces ni siquiera se ve el jardín, por los grandes saúcos que allí crecen, al borde mismo de la corriente, que en algunos es más profunda de lo que el remo puede alcanzar. Más lejos, frente al convento de señoritas nobles, está el lugar más profundo, llamado la «Hoya de la campana», y allí vive el genio de las aguas. De día, cuando los rayos del sol hacen brillar las aguas, el genio duerme; pero sale a la superficie en las noches estrelladas y de luna. Es muy viejo. Ya la abuela sabía de él por lo que le había contado su abuela. Dice que lleva una existencia solitaria, sin nadie con quien hablar, aparte la antigua gran campana. Esta colgaba antaño del campanario, pero hoy no quedan rastros ni del campanario ni de la iglesia de San Albani. ¡Ding, dang, ding, dang!, sonaba la campana cuando la torre existía aún. Un anochecer, al ponerse el sol y mientras la campana doblaba con todas sus fuerzas, soltóse y voló por los aires. El bruñido bronce brillaba como carbón ardiente a los rojos rayos del sol.

– ¡Ding, dang, ding, dang! ¡Me voy a acostar! – cantó la campana saltando al río y clavándose en el fondo de su cauce; por eso se ha dado al lugar el nombre de «Hoya de la campana». Pero no encontró en él sueño ni reposo. En la mansión del genio de las aguas sigue cantando y sonando. A veces se oye a través del agua, y muchos dicen que anuncia la próxima muerte de alguna persona. Pero no es verdad; lo que hace es tocar y narrar historias para el genio, el cual no se siente así tan solo. ¿Y qué cuenta la campana? Ya dijimos que es muy vieja, muy vieja; tanto, que ya estaba allí antes de nacer la abuela de la abuela. Sin embargo, no es más que una niña en comparación con el genio de las aguas, un individuo viejísimo, estrafalario y taciturno, que viste calzones de piel de anguila y jubón de escamas de pez, con botones de agua amarillos, juncos en el cabello y lentejas de agua en la barba, lo cual no puede decirse que lo embellezca. Reproducir aquí todo lo que cuenta la campana nos llevaría muchísimo tiempo. Un año sí y otro también relata las mismas cosas, de un modo ya conciso, ya prolijo, según el humor. Habla siempre de los viejos tiempos, duros y tenebrosos.

– En la iglesia de San Albani, en la torre donde colgaba la campana, el monje subía al campanario. Era joven y apuesto, pero soñador como ninguno. Miraba por el portillo más allá del río, cuyo cauce era entonces ancho, y más allá del cenagal, que era un lago, por encima del verde muro, hasta la «Colina de las monjas», donde se levantaba el convento, y la luz brillaba en la ventana de la religiosa. La había conocido mucho – pensaba en ella, y su corazón palpitaba fuertemente recordándola -, ¡ding, dang, ding, dang! Así cuenta la campana.

– Subía también a la torre el bufón del obispo, y cuando yo, la campana, que soy de bronce, oscilaba dura y pesadamente, podía haberle aplastado el cráneo. Él se sentaba debajo de mí, casi tocándome, y se ponía a jugar con dos bastoncitos, como si tocase la lira, y cantaba: «Aquí puedo cantar en voz alta lo que fuera de aquí sólo me es dado susurrar. Cantar de todo lo que se encierra en la mazmorra. Allí reina el frío y la humedad. Las ratas devoran los cuerpos vivos. Nadie lo sabe. Nadie lo oye. Ni ahora tampoco, pues la campana dobla con gran estruendo: ¡ding, dang, ding, dang! ».

– Hubo una vez un rey – Canuto lo llamaban – que se inclinaba ante los obispos y los monjes, pero oprimía y vejaba a sus vecinos con pesados tributos y duras palabras. Entonces ellos se armaron de palos y otras armas y lo expulsaron como si fuese un animal de la selva. Buscó refugio en el templo, cerrando puertas y portales. La multitud, airada, se había reunido enfrente; yo la oía. Las urracas, las cornejas y hasta los grajos se espantaron de tanto griterío y estrépito, volaban a la torre y volvían a salir, mirando a la muchedumbre del fondo, y por las ventanas de la iglesia veían también en su interior y decían a voz en grito lo que veían. El rey Canuto estaba postrado ante el altar, rogando; sus hermanos Erico y Benedicto montaban guardia con las espadas desnudas, pero el criado del Rey, el falso Blake, traicionó a su señor. Los de fuera supieron dónde tenían que disparar: uno arrojó una piedra por la ventana y mató al Rey. Gritos y clamores se elevaron de la muchedumbre enfurecida y de las bandadas de aves, y yo uní mi voz a las otras, cantando y tañendo: ¡ding, dang, ding, dang!

– La campana de la iglesia cuelga a gran altura y ve muy lejos en derredor. La visitan las aves, cuyo lenguaje entiende. El viento penetra silbando hasta ella, a través de portillos y huecos y grietas; y el viento lo sabe todo, lo sabe por el aire, el cual envuelve todo lo que tiene vida, penetra en los pulmones de los seres humanos, percibe cada sonido, cada palabra, cada suspiro. El aire lo sabe, el viento lo cuenta, la campana de la iglesia comprende su lenguaje y lo esparce por el mundo entero: ¡ding, dang, ding, dang!

– Pero oía y sabía demasiadas cosas. No alcanzaba a lanzarlas todas al espacio. Me fatigué tanto y me volví tan pesada, que la viga que me sostenía se rompió, y salí volando por el aire radiante, para precipitarme en el río, en su lugar más hondo, donde mora el solitario genio de las aguas, y aquí le cuento, año tras año, las cosas que oí y que sé: ¡ding, dang, ding, dang! – Todo eso dice la campana desde el fondo del río; la abuela lo ha contado. Pero nuestro maestro replica:

– No hay tal campana que toque allá abajo; no es posible. Ni tampoco hay ningún genio de las aguas, pues tales seres no existen -. Y cuando todas las otras campanas doblan alegremente, dice que no son las campanas, sino el aire que vibra, y que él es quien produce los sonidos; lo curioso es que abuelita afirmaba también que así lo había dicho la campana, de modo que en esto están de acuerdo; por consiguiente, no puede caber duda alguna. – ¡Cuidado, cuidado! ¡Fíjate bien en lo que haces! – decían los dos. El aire lo sabe todo. Nos rodea, está dentro de nosotros, habla de nuestros pensamientos y de nuestras acciones, y lo hace mucho más que la campana de la hoya, donde mora el genio de las aguas, y lo esparce a lo lejos, muy lejos, hasta los grandes espacios celestiales, siempre, eternamente, hasta que las campanas del cielo dan su ¡ding, dang, ding, dang!

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Antecedentes

Interpretaciones

Lengua

El cuento „La hoya de la campana“ de Hans Christian Andersen está ambientado en un entorno vívido y lleno de fantasía, fusionando leyendas y elementos naturales para crear una historia rica en simbolismo y significado. La narrativa se centra en el río de Odense y la mística campana que habita en el fondo de ese río, en un lugar conocido como la „Hoya de la campana“.

La campana tiene un papel dual en el relato: por un lado, es un objeto físico con una historia de haber sonado desde una torre ahora inexistente; por otro lado, se convierte en un elemento místico que continúa contando historias y leyendas desde el fondo del río. Se supone que la campana es la compañera del solitario genio de las aguas, narrándole cuentos antiguos, llenos de melancolía y sabiduría.

Andersen teje una trama que invita a reflexionar sobre la tradición oral, el paso del tiempo y la interacción entre lo que se ve y lo que se imagina. A pesar de que el cuento menciona figuras sobrenaturales como el genio de las aguas, también introduce un punto de vista escéptico a través del maestro, quien niega la existencia de tales seres mágicos y ofrece explicaciones racionales para los sonidos de las campanas.

En su esencia, la historia explora cómo la tradición y la fantasía coexisten con la razón y el escepticismo, dejando al lector en un espacio intermedio entre creer en la magia o aceptar una visión más pragmática del mundo. La campana, con su constante ¡ding, dang, ding, dang!, simboliza tanto la persistencia del legado histórico como la inevitable mezcla entre realidad y mito.

„La hoya de la campana“ es un cuento de Hans Christian Andersen que evoca el misterio y el folklore, entrelazando elementos de la naturaleza y lo sobrenatural con la tradición y la historia. A través de la narración, Andersen explora temas como la memoria colectiva, la soledad y la interacción entre lo humano y lo divino.

La campana en el fondo del río simboliza la persistente memoria y las historias no contadas, resonando a lo largo del tiempo. Al encontrarse en el punto más profundo del río, la „Hoya de la campana“, se convierte en un enlace tangible entre el pasado olvidado y el presente. Sus sonidos son interpretaciones de eventos históricos y de leyendas, revelando cómo estas historias siguen vibrando debajo de la superficie de nuestra conciencia colectiva.

El genio de las aguas, una figura casi mítica, representa el conocimiento antiguo y la sabiduría atemporal. A pesar de su apariencia extraña y solitaria, su existencia sugiere una conexión intrínseca con el mundo natural, siendo el receptor de las historias de la campana. La relación entre ambos es una metáfora de la interacción entre lo visible e invisible, entre lo que se recuerda y lo que se olvida.

Las descripciones vívidas del entorno, como el río Odense y sus alrededores, actúan no solo como telón de fondo, sino como personajes en sí mismos, mostrando el poder de la naturaleza para retener y contar historias. Andersen también introduce la dicotomía entre la realidad y la superstición, personificada en las diversas interpretaciones de la campana, ya sea como un fenómeno natural explicado por la ciencia o como una entidad mágica testigo de la historia.

En última instancia, „La hoya de la campana“ reflexiona sobre cómo la historia y el mito conviven, cómo las historias del pasado persisten en nuestra cultura, y cómo es nuestro deber escuchar y aprender de ellas, ya sea a través de la ciencia o del arte. La campana y el genio son símbolos de este legado eterno, custodiando celosamente sus secretos mientras los comparten con quienes estén dispuestos a escuchar.

„Análisis lingüístico del cuento de hadas ‚La hoya de la campana‘ por Hans Christian Andersen“

Hans Christian Andersen es conocido por su habilidad para tejer cuentos de hadas que trascienden el tiempo, y „La hoya de la campana“ es una muestra perfecta de su estilo distintivo. A continuación, se analiza el uso del lenguaje en este cuento:

Descripciones vívidas: Andersen es un maestro en pintar imágenes detalladas con palabras. Desde la descripción del río de Odense con „amarillos ‚botones de agua‘, cañaverales de hojas pardas y negras cañas aterciopeladas“ hasta los „viejos sauces rajados,“ el autor utiliza adjetivos evocadores para crear una atmósfera rica y detallada.

Personificación: Tanto la campana como el genio de las aguas están dotados de atributos humanos. La campana canta y narra historias, mientras que el genio se describe con un atuendo peculiar, reforzando la idea de que estos elementos del entorno están vivos y poseen personalidades propias.

Repetición y ritmo: La repetición de „¡ding, dang, ding, dang!“ imita el sonido de una campana y crea un ritmo musical que permea el texto. Este recurso no solo atrae al lector, sino que también contribuye al tono misterioso y legendario del cuento.

Narrativa cíclica: La estructura del cuento tiene un carácter cíclico, repitiendo los relatos transmitidos desde generaciones pasadas (la abuela de la abuela) y reproduciendo el ciclo de cómo la campana continúa narrando sus historias al genio de las aguas. Esto subraya el paso del tiempo y la continuidad de las leyendas.

Tono melancólico: Andersen equilibra la historia con un tono melancólico, palpable en la soledad del genio de las aguas y la referencia a tiempos antiguos y oscuros. El cuento es, en esencia, una mezcla de nostalgia y tristeza, que invita al lector a reflexionar sobre la temporalidad y el olvido.

Contraste entre lo real y lo imaginario: La afirmación del maestro sobre la inexistencia de la campana y el genio contrasta con la leyenda que se cuenta, reflejando la tensión entre la lógica racional y la magia de las historias orales y mitológicas.

Metáforas y simbolismo: El cuento tiene un rico simbolismo, con la campana representando la memoria colectiva y el genio como el guardián de las historias. La „hoya de la campana“ se convierte en un espacio mítico donde lo viejo se preserva y se transforma.

“ La hoya de la campana“ es un cuento que refleja la maestría de Andersen en el uso del lenguaje para crear una narrativa envolvente y atemporal. A través de sus descripciones, personificaciones y simbolismo, Andersen invita a los lectores a adentrarse en un mundo donde la fantasía y la realidad se entrelazan de manera inseparable.


Información para el análisis científico

Indicador
Valor
TraduccionesDE, EN, DA, ES
Índice de legibilidad de Björnsson38.8
Flesch-Reading-Ease Índice35.7
Flesch–Kincaid Grade-Level12
Gunning Fog Índice16.6
Coleman–Liau Índice9.4
SMOG Índice12
Índice de legibilidad automatizado7.6
Número de Caracteres6.634
Número de Letras5.156
Número de Frases68
Número de Palabras1.202
Promedio de Palabras por oración17,68
Palabras con más de 6 letras254
Porcentaje de palabras largas21.1%
Número de Sílabas2.176
Promedio de Sílabas por Palabra1,81
Palabras con tres Sílabas295
Porcentaje de palabras con tres sílabas24.5%
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