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El ángel
Grimm Märchen

El ángel - Cuento de hadas de Hans Christian Andersen

Tiempo de lectura para niños: 8 min

Cada vez que muere un niño bueno, baja del cielo un ángel de Dios Nuestro Señor, toma en brazos el cuerpecito muerto y, extendiendo sus grandes alas blancas, emprende el vuelo por encima de todos los lugares que el pequeñuelo amó, recogiendo a la vez un ramo de flores para ofrecerlas a Dios, con objeto de que luzcan allá arriba más hermosas aún que en el suelo. Nuestro Señor se aprieta contra el corazón todas aquellas flores, pero a la que más le gusta le da un beso, con lo cual ella adquiere voz y puede ya cantar en el coro de los bienaventurados. He aquí lo que contaba un ángel de Dios Nuestro Señor mientras se llevaba al cielo a un niño muerto; y el niño lo escuchaba como en sueños. Volaron por encima de los diferentes lugares donde el pequeño había jugado, y pasaron por jardines de flores espléndidas.

– ¿Cuál nos llevaremos para plantarla en el cielo? -preguntó el ángel. Crecía allí un magnífico y esbelto rosal, pero una mano perversa había tronchado el tronco, por lo que todas las ramas, cuajadas de grandes capullos semiabiertos, colgaban secas en todas direcciones.

– ¡Pobre rosal! -exclamó el niño-. Llévatelo; junto a Dios florecerá. Y el ángel lo cogió, dando un beso al niño por sus palabras; y el pequeñuelo entreabrió los ojos. Recogieron luego muchas flores magníficas, pero también humildes ranúnculos y violetas silvestres.

– Ya tenemos un buen ramillete -dijo el niño; y el ángel asintió con la cabeza, pero no emprendió enseguida el vuelo hacia Dios. Era de noche, y reinaba un silencio absoluto; ambos se quedaron en la gran ciudad, flotando en el aire por uno de sus angostos callejones, donde yacían montones de paja y cenizas; había habido mudanza: veíanse cascos de loza, pedazos de yeso, trapos y viejos sombreros, todo ello de aspecto muy poco atractivo. Entre todos aquellos desperdicios, el ángel señaló los trozos de un tiesto roto; de éste se había desprendido un terrón, con las raíces, de una gran flor silvestre ya seca, que por eso alguien había arrojado a la calleja.

– Vamos a llevárnosla -dijo el ángel-. Mientras volamos te contaré por qué. Remontaron el vuelo, y el ángel dio principio a su relato:

– En aquel angosto callejón, en una baja bodega, vivía un pobre niño enfermo. Desde el día de su nacimiento estuvo en la mayor miseria; todo lo que pudo hacer en su vida fue cruzar su diminuto cuartucho sostenido en dos muletas; su felicidad no pasó de aquí. Algunos días de verano, unos rayos de sol entraban hasta la bodega, nada más que media horita, y entonces el pequeño se calentaba al sol y miraba cómo se transparentaba la sangre en sus flacos dedos, que mantenía levantados delante el rostro, diciendo: «Sí, hoy he podido salir». Sabía del bosque y de sus bellísimos verdores primaverales, sólo porque el hijo del vecino le traía la primera rama de haya. Se la ponía sobre la cabeza y soñaba que se encontraba debajo del árbol, en cuya copa brillaba el sol y cantaban los pájaros. Un día de primavera, su vecinito le trajo también flores del campo, y, entre ellas venía casualmente una con la raíz; por eso la plantaron en una maceta, que colocaron junto a la cama, al lado de la ventana. Había plantado aquella flor una mano afortunada, pues, creció, sacó nuevas ramas y floreció cada año; para el muchacho enfermo fue el jardín más espléndido, su pequeño tesoro aquí en la Tierra. La regaba y cuidaba, preocupándose de que recibiese hasta el último de los rayos de sol que penetraban por la ventanuca; la propia flor formaba parte de sus sueños, pues para él florecía, para él esparcía su aroma y alegraba la vista; a ella se volvió en el momento de la muerte, cuando el Señor lo llamó a su seno. Lleva ya un año junto a Dios, y durante todo el año la plantita ha seguido en la ventana, olvidada y seca; por eso, cuando la mudanza, la arrojaron a la basura de la calle. Y ésta es la flor, la pobre florecilla marchita que hemos puesto en nuestro ramillete, pues ha proporcionado más alegría que la más bella del jardín de una reina.

– Pero, ¿cómo sabes todo esto? -preguntó el niño que el ángel llevaba al cielo.

– Lo sé -respondió el ángel-, porque yo fui aquel pobre niño enfermo que se sostenía sobre muletas. ¡Y bien conozco mi flor! El pequeño abrió de par en par los ojos y clavó la mirada en el rostro esplendoroso del ángel; y en el mismo momento se encontraron en el Cielo de Nuestro Señor, donde reina la alegría y la bienaventuranza. Dios apretó al niño muerto contra su corazón, y al instante le salieron a éste alas como a los demás ángeles, y con ellos se echó a volar, cogido de las manos. Nuestro Señor apretó también contra su pecho todas las flores, pero a la marchita silvestre la besó, infundiéndole voz, y ella rompió a cantar con el coro de angelitos que rodean al Altísimo, algunos muy de cerca otros formando círculos en torno a los primeros, círculos que se extienden hasta el infinito, pero todos rebosantes de felicidad. Y todos cantaban, grandes y chicos, junto con el buen chiquillo bienaventurado y la pobre flor silvestre que había estado abandonada, entre la basura de la calleja estrecha y oscura, el día de la mudanza.

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Antecedentes

Interpretaciones

Lengua

„El ángel“ de Hans Christian Andersen es un cuento conmovedor que explora temas de bondad, inocencia y transformación a través del viaje celestial de un ángel y el espíritu de un niño recién fallecido. El cuento comienza con la premisa de que cada vez que un niño bueno muere, un ángel desciende del cielo para llevar su alma al paraíso. Durante este viaje, el ángel recoge flores de los lugares que el niño amó en vida, para luego presentarlas a Dios, quien las transforma en algo aún más hermoso.

En esta historia, mientras el ángel y el niño sobrevolaban diferentes lugares, se toparon con un rosal marchito que un malhechor había dañado. El niño, mostrando compasión, sugirió que lo llevaran al cielo, donde podría florecer de nuevo. El ángel, complacido por el acto de bondad del niño, aceptó la sugerencia.

Más adelante, la pareja encuentra una flor marchita y desechada en un callejón. Aquí, el ángel narra al niño la historia de un pequeño enfermo que vivía en la pobreza y cuya mayor alegría en vida era una flor plantada en una maceta. Aunque el niño enfermizo había muerto, la flor, que fue su único consuelo terrenal, había sido arrojada a la basura durante una mudanza. El ángel, revelando que él mismo había sido ese niño enfermo, decidió que la flor merecía un lugar en el ramo celestial debido a la felicidad que había brindado.

Finalmente, al llegar al cielo, Dios acoge al niño y transforma a la flor marchita, permitiéndole cantar en el coro celestial. El cuento destaca la importancia de los actos de bondad y cómo la verdadera belleza y valor de algo pueden residir en la alegría que trae a otros, independientemente de su apariencia física o material. „El ángel“ es un relato que evoca la esperanza y consolida la idea de que la bondad y el amor trascienden la vida terrenal.

„El ángel“ es un cuento hermoso y conmovedor de Hans Christian Andersen que explora temas de amor, inocencia, y redención. A través de su narrativa sencilla pero profunda, Andersen nos ofrece una interpretación espiritual de la muerte y el papel de los ángeles como guías y protectores de las almas puras.

El cuento comienza con la imagen de un ángel que desciende a la Tierra cada vez que un niño bueno muere. Este ángel recoge el alma del niño y emprende un viaje para recoger flores que simbolizan los recuerdos y las experiencias más queridas del pequeño fallecido. Las flores se vuelven una ofrenda que el ángel presenta a Dios en el Cielo.

En su travesía, el ángel escoge un rosal maltratado y una flor marchita que fueron significativas para el niño. A través de estas elecciones, Andersen nos muestra que la verdadera belleza y valor no siempre son evidentes a simple vista, resaltando la idea de que lo que parecería insignificante o marchito para el mundo puede tener un significado profundo y especial en el contexto del amor y la bondad.

La relevancia de la flor marchita es un elemento central en el cuento. En su relato, el ángel revela que él mismo fue una vez un niño enfermo y pobre, que encontraba consuelo y belleza en esa flor mientras vivía en la miseria. La flor simbolizaba su pequeño refugio de felicidad y sueños en un mundo limitado por su enfermedad. Esta revelación añade una capa de profundidad emocional al cuento, ya que el ángel y la flor marchita comparten un vínculo especial de amor y gratitud.

El final del cuento, donde Dios acoge al niño y da vida a la flor con un beso, subraya el poder transformador del amor divino. Andersen sugiere que en el Cielo, incluso las cosas más marchitas y desechadas en la Tierra pueden cobrar nueva vida y belleza. El cuento termina con una imagen de unidad y felicidad eterna en el Cielo, donde todas las almas, grandes y pequeñas, encuentran su lugar en el coro celestial.

En resumen, „El ángel“ de Hans Christian Andersen es un cuento que invita a reflexionar sobre la importancia de las pequeñas cosas y los momentos de amor en la vida. Destaca la idea de que el amor y la bondad tienen un poder eterno que trasciende el tiempo y el espacio, y que al final, todos seremos valorados por el impacto que nuestras sencillas acciones y elecciones de amor hayan dejado en el mundo.

El análisis lingüístico del cuento „El ángel“ de Hans Christian Andersen se centra en diversos elementos que contribuyen a su profunda carga emocional y su mensaje espiritual. Aquí están algunos aspectos destacados del análisis:

Narrador y Perspectiva: El cuento está narrado en tercera persona, lo que permite una visión general de los eventos y los personajes. El narrador es omnisciente, proporcionando información sobre los pensamientos y sentimientos internos de los personajes, especialmente del ángel y el niño.

Recursos Lingüísticos y Estilísticos:

Simbologías y Metáforas: El uso de las flores como símbolos de inocencia y belleza espiritual es recurrente en el cuento. El rosal maltratado y la flor silvestre olvidada representan la belleza interior y el valor de las experiencias humanas, mientras que el vuelo del ángel simboliza la transición a la vida eterna.

Personificación: Las flores en el cuento cobran vida, especialmente cuando son besadas por Dios y pueden cantar en el coro celestial. Esta personificación añade un nivel de encanto y maravilla al relato.

Descripciones Vivas: Andersen emplea descripciones detalladas para enfatizar la atmósfera celestial y los contrastes entre la vida terrenal y la celestial.

Tono y Temas:

Tono: El tono es a la vez melancólico y esperanzador, equilibrando el dolor de la muerte con la promesa de la vida eterna y la felicidad celestial.

Temas:

Transformación y Redención: El cuento trata sobre la trasformación espiritual y la redención, mostrando que el sufrimiento en la tierra puede llevar a una recompensa celestial.

Inocencia y Pureza: La muerte de un niño inocente se contrasta con la idea de alcanzar un estado puro y bienaventurado en el cielo.

Memoria y Olvido: A través de las flores olvidadas y la vida del niño enfermo, el cuento destaca la importancia de recordar y valorar incluso a aquellos que son fácilmente olvidados.

Estructura: El cuento sigue una estructura lineal, pero incluye un relato dentro de la historia principal, cuando el ángel cuenta la historia de la flor marchita. Esta narración enmarca el mensaje central sobre la belleza encontrada en la adversidad.

Elementos Religiosos: La presencia de Dios y el concepto del cielo son fundamentales en el cuento. Estos elementos refuerzan la ideología cristiana de la recompensa después de la muerte y el consuelo que ofrece la fe.

En resumen, „El ángel“ de Andersen utiliza un lenguaje poético y recursos estilísticos ricos para transmitir un mensaje de esperanza, amor y redención. A través de su narración simbólica, Andersen logra conmover al lector y dejar una reflexión profunda sobre la vida, la muerte y la belleza espiritual.


Información para el análisis científico

Indicador
Valor
TraduccionesDE, EN, DA, ES, FR, IT, NL
Índice de legibilidad de Björnsson46.2
Flesch-Reading-Ease Índice19.2
Flesch–Kincaid Grade-Level12
Gunning Fog Índice19
Coleman–Liau Índice10.5
SMOG Índice12
Índice de legibilidad automatizado11.8
Número de Caracteres5.101
Número de Letras4.037
Número de Frases37
Número de Palabras902
Promedio de Palabras por oración24,38
Palabras con más de 6 letras197
Porcentaje de palabras largas21.8%
Número de Sílabas1.737
Promedio de Sílabas por Palabra1,93
Palabras con tres Sílabas232
Porcentaje de palabras con tres sílabas25.7%
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