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El destripaterrones
Grimm Märchen

El destripaterrones - Cuento de hadas de los Hermanos Grimm

Tiempo de lectura para niños: 15 min

Era una aldea cuyos habitantes eran todos labradores ricos, y sólo había uno que era pobre; por eso le llamaban el destripaterrones. No tenía ni una vaca siquiera y, mucho menos, dinero para comprarla; y tanto él como su mujer se morían de ganas de tener una. Dijo un día el marido:

– Oye, se me ha ocurrido una buena idea. Pediré a nuestro compadre, el carpintero, que nos haga una ternera de madera y la pinte de color pardo, de modo que sea igual que las otras. Así crecerá, y con el tiempo nos dará una vaca. A la mujer le gusto la idea, y el compadre carpintero cortó y cepilló cuidadosamente la ternera, la pintó primorosamente e incluso la hizo de modo que agachase la cabeza, como si estuviera paciendo. Cuando, a la mañana siguiente, fueron sacadas las vacas, el destripaterrones llamó al pastor y le dijo:

– Mira, tengo una ternerita, pero es tan joven todavía que hay que llevarla a cuestas.

– Bueno -respondió el pastor, y, acomodándolo a los hombros, la llevó al prado y la dejó en la hierba. La ternera estaba inmóvil, como paciendo, y el pastor pensaba: „No tardará en correr sola, a juzgar por lo que come.“ Al anochecer, a la hora de entrar el ganado, dijo el pastor a la ternera:

– Si puedes sostenerte sobre tus patas y hartarte como has hecho, también puedes ir andando como las demás. No esperes que cargue contigo. El destripaterrones, de pie en la puerta de su casa, esperaba el regreso de su ternerita, y al ver pasar al boyero conduciendo el ganado y que faltaba su animalito, le preguntó por él. Respondió el pastor:

– Allí se ha quedado comiendo; no quiso seguir con las demás.

– ¡Toma! -exclamó el labrador-, yo quiero mi ternera. Volvieron entonces los dos al prado, pero la ternera no estaba; alguien la había robado.

– Se habrá extraviado -dijo el pastor. Pero el destripaterrones le replicó:

– ¡A mí no me vengas con ésas! -y presentó querella ante el alcalde, el cual condenó al hombre, por negligencia, a indemnizar al demandante con una vaca. Y he aquí cómo el destripaterrones y su mujer tuvieron, por fin, la tan ansiada vaca. Estaban contentísimos, pero como no tenían forraje, no podían darle de comer, y, así, tuvieron que faenarla muy pronto. Después de salar la carne, el hombre se marchó a la ciudad a vender la piel para comprar una ternerita con lo que de ella sacara. Durante la marcha, al pasar junto a un molino, encontró un cuervo que tenía las alas rotas; lo recogió por compasión, y lo envolvió en la piel. Como el tiempo se había puesto muy feo, con lluvia y viento, el hombre no tuvo más remedio que pedir alojamiento en el molino. Sólo estaba en casa la muchacha del molino, quien dijo al destripaterrones:

– ¡Duerme en la paja!-. Y por comida le ofreció pan y queso. El hombre comió y luego se echó a dormir con el pellejo al lado, y la mujer pensó: „Está cansado y ya duerme.“

En eso entró el sacristán, el cual fue muy bien recibido por la muchacha del molino, que le dijo:

– El patrón no está; entra y vamos a darnos un banquete. El destripaterrones no dormía aún, y al escuchar que se disponían a darse buena vida, enojado por haber tenido que contentarse él con pan y queso. La joven puso la mesa, y sirvió asado, ensalada, pasteles y vino. Cuando se disponían a sentarse a comer, llamaron a la puerta:

– ¡Dios santo! -exclamó la chica-. ¡El amo!-. Y, a toda prisa, escondió el asado en el horno, el vino debajo de la almohada, la ensalada entre las sábanas y los pasteles debajo de la cama; en cuanto al sacristán, lo ocultó en el armario de la entrada. Acudiendo luego a abrir al molinero, le dijo-: ¡Gracias a Dios que vuelves a estar en casa! ¡Vaya tiempo para ir por el mundo! El molinero, al ver al labrador tendido en el forraje, preguntó:

– ¿Qué hace ahí ése?

– ¡Ah! -dijo la muchacha-, es un pobre infeliz a quien le tomó la lluvia y la tormenta, y me pidió cobijo. Le he dado pan y queso, y lo he dejado dormir en el pajar. Dijo el hombre:

– Nada tengo que decir a eso; pero prepárame pronto algo de comer. La muchacha contestó.

– Pues no tengo más que pan y queso.

– Me contentaré con lo que sea -respondió el hombre-; venga el pan y el queso -y, mirando al destripaterrones, lo llamó:

– Ven, que comeremos juntos. El otro no se lo hizo repetir y comieron en buena compañía. Viendo el molinero en el suelo la piel que envolvía al cuervo, preguntó a su invitado:

– ¿Qué llevas ahí? -a lo que replicó el labriego:

– Ahí dentro llevo un adivino.

– ¿También a mí podrías adivinarme cosas? -dijo el molinero.

– ¿Por qué no? -repuso el labriego-. Pero solamente dice cuatro cosas; la quinta se la reserva.

– Es curioso -dijo el hombre-. ¡Haz que adivine algo! El labrador apretó la cabeza del cuervo, y el animal soltó un graznido: „¡Crr, crr!.“

Preguntó el molinero:

– ¿Qué ha dicho? Respondió el labriego:

– En primer lugar, ha dicho que hay vino debajo de la almohada.

– ¡Eso sí que sería bueno! -exclamó el molinero, y, yendo a comprobarlo, volvió con el vino-. Adelante -dijo. Nuevamente hizo el destripaterrones graznar al cuervo:

– Dice ahora que hay asado en el horno.

– ¡Eso sí que sería bueno! -repuso el otro, y, saliendo, se trajo el asado. El forastero siguió haciendo hablar al pajarraco:

– Esta vez dice que hay ensalada sobre la cama.

– ¡Eso sí que sería bueno! -repitió el molinero, y, en efecto, pronto volvió con ella. Por última vez, apretó el destripaterrones la cabeza del cuervo e, interpretando su graznido, dijo:

– Pues resulta que hay pasteles debajo de la cama.

– ¡Eso sí que sería bueno! -exclamó el molinero y, entrando en el dormitorio, encontró, efectivamente, los pasteles. Se sentaron pues los dos a la mesa, mientras la jovencita del molino, asustadísima, fue a meterse en cama, guardándose todas las llaves. Al molinero le hubiera gustado saber la quinta cosa; pero el labrador le dijo:

– Primero nos comeremos tranquilamente todo, pues la quinta no es tan buena. Comieron, entonces, discutiendo entretanto el precio que estaba dispuesto a pagar el molinero por la quinta predicción, y quedaron de acuerdo en trescientos ducados. Volvió entonces el destripaterrones a apretar la cabeza del cuervo, haciéndolo graznar ruidosamente. Preguntó el molinero:

– ¿Qué ha dicho? Y respondió el labriego:

– Ha dicho que en el armario del vestíbulo está escondido el diablo.

– ¡Pues el diablo tendrá que salir! -gritó el dueño, corriendo a abrir de par en par la puerta de la casa. Pidió luego la llave del armario a la muchacha, y ella no tuvo más remedio que dárselo; al abrir el mueble el destripaterrones, el sacristán echó a correr como alma que lleva el diablo, a lo cual dijo el molinero:

– ¡He visto al negro con mis propios ojos; tienes razón! A la mañana siguiente, el destripaterrones se marchaba de madrugada con trescientos ducados en el bolso. De regreso a su casa, el hombre se hizo el rumboso, y empezó a construirse una linda casita, por lo cual los aldeanos se decían entre sí:

– De seguro que el destripaterrones habrá estado en el país donde nieva oro y la gente recoge el dinero a cestos. El alcalde lo cito para que diese cuenta de la procedencia de su riqueza, y él respondió:

– Vendí la piel de mi vaca en la ciudad por trescientos ducados. Al oír esto los campesinos, deseosos de aprovecharse de tan espléndido negocio, se apuraron en matar todas sus vacas y despellejarlas, con propósito de venderlas en la ciudad e hincharse de ganar dinero. El alcalde exigió que su criada fuese antes que los demás; pero cuando se presentó al peletero de la ciudad, éste no le dio sino tres ducados por una piel, y a los que llegaron a continuación no les ofreció ni tan eso siquiera:

– ¿Qué quieren que haga con tantas pieles? -les dijo. Los campesinos indignados al ver que habían sido engañados por el destripaterrones, y, ansiosos de vengarse, lo acusaron de engaño ante el alcalde. El destripaterrones fue condenado a muerte por unanimidad: sería metido en un barril agujereado y arrojado al río. Lo condujeron a las afueras del pueblo, y dijeron al sacristán que hiciera venir al cura para que le rezara la misa de difuntos. Todos los demás hubieron de alejarse, y al ver el destripaterrones al sacristán, reconoció al que había sorprendido en casa del molinero y le dijo:

– ¡Yo te saqué del armario; sácame ahora tú del barril! Acertó a pasar en aquel momento, guiando un rebaño de ovejas, un pastor de quien sabía el destripaterrones que tenía muchas ganas de ser alcalde, y se puso a gritar con todas sus fuerzas:

– ¡No, no lo haré! ¡Aunque el mundo entero se empeñe, no lo haré! Oyendo el pastor las voces, se acercó y preguntó:

– ¿Qué te pasa? ¿Qué es lo que no quieres hacer? Y respondió el condenado:

– Se empeñan en hacerme alcalde si consiento en meterme en el barril; pero yo me niego. A lo cual replicó el pastor:

– Si para ser alcalde basta con meterse en el barril, yo estoy dispuesto a hacerlo enseguida.

– Si entras, serás alcalde –le aseguró el labriego. El hombre se avino, y se metió en el barril, mientras el otro aplicaba la cubierta y la clavaba. Luego se alejó con el rebaño del pastor. El cura volvió a la aldea y anunció que había rezado la misa, por lo que, fueron todos al lugar de la ejecución, empujaron el barril, el cual comenzó a rodar por la ladera. Gritaba el pastor:

– ¡Yo quisiera ser alcalde! -pero los presentes, pensando que era el destripaterrones el que así gritaba, respondían:

– ¡También nosotros lo quisiéramos, pero primero tendrás que dar un vistazo allá abajo! -y el barril se precipitó en el río. Regresaron los aldeanos a sus casas, y al entrar en el pueblo se toparon con el destripaterrones, que, muy pimpante y satisfecho, llegaba también conduciendo su rebaño de ovejas. Asombrados, le preguntaron:

– Destripaterrones, ¿de dónde sales? ¿Vienes del río?

– Claro -respondió el hombre-, me he hundido mucho, mucho, hasta que, por fin, toqué el fondo. Quité la tapa del barril y salí de él, y he aquí que me encontré en unos bellísimos prados donde pacían muchísimos corderos, y me he traído esta manada. Preguntaron los campesinos:

– ¿Y quedan todavía?

– Ya lo creo -respondió él-; más de los que pueden llevar. Entonces los aldeanos convinieron en ir todos a buscar rebaños; y el alcalde dijo:

– Yo voy delante. Llegaron al borde del río, y justamente flotaban en el cielo azul algunas de esas nubecillas que parecen guedejas, y las llaman borreguillas, las cuales se reflejaban en el agua:

– ¡Mirad las ovejas, allá en el fondo! -exclamaron los campesinos. El alcalde, acercándose, dijo:

– Yo bajaré primero a ver cómo está la cosa; si está bien, los llamaré. Y de un salto, ¡plum!, se zambulló en el agua. Creyeron los demás que les decía: ¡Venid!, y todos se precipitaron tras él. Y he aquí que todo el pueblo se ahogó, y el destripaterrones, como era el único heredero, se convirtió, para su mal, en un hombre rico, pues las riquezas conseguidas con malas artes o patrañas, sólo conducen al infierno.

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Antecedentes

Interpretaciones

Lengua

„El destripaterrones“ es un cuento menos conocido de los Hermanos Grimm que sigue el estilo típico de sus relatos con una mezcla de astucia, humor y un comentario sobre la naturaleza humana. En esta historia, el protagonista, apodado „el destripaterrones“, es un campesino pobre pero astuto que logra mejorar su suerte a través de engaños y aprovechándose de la codicia y la ingenuidad de los demás.

El cuento comienza con el deseo del protagonista y su esposa de tener una vaca, un lujo que no pueden permitirse. Ingeniosamente, el destripaterrones idea un plan para hacerse con una vaca verdadera, comenzando con una ternera de madera construida por un carpintero. Logran engañar a los demás y, finalmente, el error del pastor y la decisión del alcalde les otorgan una vaca real.

Esta astucia continúa cuando el destripaterrones utiliza un cuervo herido para engañar al molinero y obtener trescientos ducados. La historia alcanza su clímax cuando el protagonista, enfrentado a la ejecución, engaña a un pastor para que tome su lugar, logrando escapar una vez más y alcanzar una considerable riqueza.

El desenlace muestra cómo los aldeanos, cegados por la codicia, acaban ahogándose al intentar seguir los supuestos pasos del destripaterrones hacia la riqueza, mientras él se convierte, irónicamente, en un hombre rico. Sin embargo, el cuento concluye con una moraleja sobre las riquezas obtenidas por medios deshonestos, sugiriendo que tales beneficios pueden llevar al infortunio.

El relato ofrece una visión crítica sobre la naturaleza humana, explorando temas de codicia, engaño y las consecuencias inesperadas de la astucia malintencionada. La narrativa mantiene un tono moralizante, característico de los cuentos populares recopilados por los Hermanos Grimm.

„El destripaterrones“ es un cuento de los Hermanos Grimm que combina elementos de la sátira social con una serie de eventos desafortunados (y afortunados) que llevan a un hombre pobre a la riqueza a través de un engaño ingenioso. La historia resalta varios temas y elementos propios de los cuentos de hadas tradicionales, cada uno con una posible interpretación. A continuación se exploran algunos de estos temas:

Ingenio sobre el estatus social: El protagonista, conocido despectivamente como „el destripaterrones“ debido a su pobreza, utiliza su ingenio para cambiar su destino. Este es un tema común en los cuentos de hadas, donde los personajes humildes o desfavorecidos superan sus circunstancias utilizando la inteligencia en lugar de la fuerza o el estatus.

Crítica a la avaricia y la credulidad: El cuento ridiculiza la avaricia y la credulidad de los habitantes del pueblo que, cegados por la envidia y el deseo de riqueza fácil, sacrifican todo lo que tienen al creer el engaño del destripaterrones sobre la venta de pieles. Esto refleja la idea de que la codicia y la credulidad pueden conducir a la propia ruina.

Moralidad ambigua: Aunque el cuento podría interpretarse como una advertencia contra la astucia deshonesta, el protagonista no sufre las consecuencias negativas de sus acciones de inmediato. Al contrario, logra mejorar su situación material a través de trucos y engaños. La conclusión moral del cuento es irónica y ambigua: se da a entender que este tipo de riqueza lleva al infierno, dejando a la audiencia reflexionar sobre la verdadera „riqueza“ y el destino final de los personajes.

La justicia y el destino: A través de los eventos de la historia, se pone en duda si el destino y la justicia prevalecen. A lo largo del cuento, el destripaterrones parece escapar de sus circunstancias desventajosas mediante astucias, pero la advertencia final sugiere que existen consecuencias inevitables que trascienden las ganancias temporales.

El papel del azar: Muchas de las ventajas del destripaterrones parecen ser el resultado de una coincidencia afortunada, tal como el cuervo que ayuda en su plan y el pastor que está dispuesto a intercambiar lugares con él. Esta aleatoriedad destaca el papel del azar en el éxito y el fracaso dentro de la narrativa.

„El destripaterrones“ es, por tanto, un cuento complejo que invita a reflexionar sobre la moralidad, el ingenio, y las consecuencias del engaño en la búsqueda del ascenso social y la riqueza.

El cuento „El destripaterrones“ de los Hermanos Grimm es un ejemplo clásico de la literatura de cuentos de hadas europeos, en el que se combinan elementos de picardía, engaño y sátira social. A continuación se presenta un análisis lingüístico del cuento que revela la estructura, el estilo narrativo y los temas presentes en el texto.

Estructura Narrativa:

Introducción y Problema: La historia comienza estableciendo el contexto de pobreza del protagonista, conocido como destripaterrones, y su deseo de tener una vaca.

Desarrollo: El protagonista idea un plan engañoso para obtener una vaca primero y luego capitaliza su ingenio a lo largo de varias aventuras.

Clímax: El destripaterrones, mediante una serie de engaños, logra enriquecerse, lo cual culmina en un desenlace irónico que lleva a la ruina de los otros aldeanos.

Desenlace y Moral: Finalmente, el protagonista se convierte en un hombre rico debido a las riquezas heredadas de los aldeanos, estableciendo una lección moral sobre las consecuencias de la avaricia y el engaño.

Estilo Narrativo:

Lenguaje: El lenguaje es directo y claro, con una estructura simple característica de los cuentos de hadas. Se emplean diálogos breves que avanzan la acción y revelan el carácter de los personajes.

Diálogo: Predomina el uso del diálogo para desarrollar la trama, permitiendo que los personajes expresen sus intenciones y emociones de manera explícita.

Ironía y Humor: La historia se carga de ironía, especialmente en las situaciones donde el protagonista manipula a otros personajes para obtener beneficios. Este use de ironía refuerza el mensaje moral del cuento.

Repetición: La repetición es utilizada para enfatizar acciones y decisiones de los personajes, como el plan del destripaterrones para obtener la vaca o el engaño del cuervo.

Temas:

Ingenio y Picardía: El protagonista sobrevive y prospera gracias a su habilidad para engañar a los demás, mostrando un tema recurrente de astucia sobre la simpleza.

Avaricia y Consecuencias: Las acciones de los aldeanos, movidos por la avaricia, llevan a su propia destrucción. El cuento ofrece una crítica social a la codicia desmedida.

Moral Ambigua: Aunque el destripaterrones se enriquece, el relato concluye con una advertencia sobre los ‚frutos prohibidos‘ de la riqueza mal adquirida, sugiriendo un dilema ético.

Simbolismo:

La Ternera de Madera: Representa la ilusión y el engaño, un objeto inanimado que cataliza el inicio de las desventuras que resultan en una doble moral para los personajes involucrados.

El Cuervo: Funciona como un aparato mágico que, aunque no habla, revela verdades ocultas, demostrando el ingenio del protagonista.

Personajes:

El Destripaterrones: Un personaje arquetípico del pícaro que utiliza su inteligencia para salir adelante, cuestionando el orden social establecido.

Los Aldeanos: Representan la lujuria y la falta de juicio, cayendo en la trampa por su deseo de imitar al que perciben como exitoso.

En conclusión, „El destripaterrones“ reviste una estructura de cuento folclórico con una moral implícita que denuncia la codicia humana y destaca cómo un individuo ingenioso puede utilizar su astucia para influir en su destino frente a un entorno adverso. La ironía entre el éxito del protagonista y su herencia inesperada de riquezas que podrían conducir al infierno refuerzan una crítica sutil de las normas sociales y económicas de la época de los Hermanos Grimm.


Información para el análisis científico

Indicador
Valor
NúmeroKHM 61
Aarne-Thompson-Uther ÍndiceATU Typ 1535
TraduccionesDE, EN, DA, ES, PT, IT, JA, NL, PL, RU, TR, VI, ZH
Índice de legibilidad de Björnsson33
Flesch-Reading-Ease Índice33.5
Flesch–Kincaid Grade-Level11.6
Gunning Fog Índice15.4
Coleman–Liau Índice10.2
SMOG Índice12
Índice de legibilidad automatizado5.4
Número de Caracteres10.975
Número de Letras8.421
Número de Frases159
Número de Palabras1.905
Promedio de Palabras por oración11,98
Palabras con más de 6 letras400
Porcentaje de palabras largas21%
Número de Sílabas3.629
Promedio de Sílabas por Palabra1,90
Palabras con tres Sílabas506
Porcentaje de palabras con tres sílabas26.6%
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