Tiempo de lectura para niños: 15 min
Atención: Esta es una historia de miedo.
Éranse una vez un rey y una reina que vivían en buena paz y contentamiento con sus doce hijos, todos varones. Un día, el Rey dijo a su esposa:
– Si el hijo que has de tener ahora es una niña, deberán morir los doce mayores, para que la herencia sea mayor y quede el reino entero para ella.
Y, así, hizo construir doce ataúdes y llenarlos de virutas de madera, colocando además, en cada uno, una almohadilla. Luego dispuso que se guardasen en una habitación cerrada, y dio la llave a la Reina, con orden de no decir a nadie una palabra de todo ello. Pero la madre se pasaba los días triste y llorosa, hasta que su hijo menor, que nunca se separaba de su lado y al que había puesto el nombre de Benjamín, como en la Biblia, le dijo, al fin:
– Madrecita, ¿por qué estás tan triste?
– ¡Ay, hijito mío! -respondióle ella-, no puedo decírtelo.
Pero el pequeño no la dejó ya en reposo, y, así, un día ella le abrió la puerta del aposento y le mostró los doce féretros llenos de virutas, diciéndole:
– Mi precioso Benjamín, tu padre mandó hacer estos ataúdes para ti y tus once hermanos; pues si traigo al mundo una niña, todos vosotros habréis de morir y seréis enterrados en ellos. Y como le hiciera aquella revelación entre amargas lágrimas, quiso el hijo consolarla y le dijo:
– No llores, querida madre; ya encontraremos el medio de salir del apuro. Mira, nos marcharemos.
Respondió ella entonces:
– Vete al bosque con tus once hermanos y cuidad de que uno de vosotros esté siempre de guardia, encaramado en la cima del árbol más alto y mirando la torre del palacio. Si nace un niño, izaré una bandera blanca, y entonces podréis volver todos; pero si es una niña, pondré una bandera roja. Huid en este caso tan deprisa como podáis, y que Dios os ampare y guarde. Todas las noches me levantaré a rezar por vosotros: en invierno, para que no os falte un fuego con que calentaros; y en verano, para que no sufráis demasiado calor.
Después de bendecir a sus hijos, partieron éstos al bosque. Montaban guardia por turno, subido uno de ellos a la copa del roble más alto, fija la mirada en la torre. Transcurridos once días, llególe la vez a Benjamín, el cual vio que izaban una bandera. ¡Ay! No era blanca, sino roja como la sangre, y les advertía que debían morir. Al oírlo los hermanos, dijeron encolerizados:
– ¡Qué tengamos que morir por causa de una niña! Juremos venganza. Cuando encontremos a una muchacha, haremos correr su roja sangre. Adentráronse en la selva, y en lo más espeso de ella, donde apenas entraba la luz del día, encontraron una casita encantada y deshabitada:
– Viviremos aquí -dijeron-. Tú, Benjamín, que eres el menor y el más débil, te quedarás en casa y cuidarás de ella, mientras los demás salimos a buscar comida.
Y fuéronse al bosque a cazar liebres, corzos, aves, palomitas y cuanto fuera bueno para comer. Todo lo llevaban a Benjamín, el cual lo guisaba y preparaba para saciar el hambre de los hermanos. Así vivieron juntos diez años, y la verdad es que el tiempo no se les hacía largo.
Entretanto había crecido la niña que diera a luz la Reina; era hermosa, de muy buen corazón, y tenía una estrella de oro en medio de la frente. Un día que en palacio hacían colada, vio entre la ropa doce camisas de hombre y preguntó a su madre:
– ¿De quién son estas doce camisas? Pues a mi padre le vendrían pequeñas. Le respondió la Reina con el corazón oprimido:
– Hijita mía, son de tus doce hermanos.
– ¿Y dónde están mis doce hermanos -dijo la niña-. Jamás nadie me habló de ellos:
La Reina le dijo entonces:
– Dónde están, sólo Dios lo sabe. Andarán errantes por el vasto mundo. Y, llevando a su hija al cuarto cerrado, abrió la puerta y le mostró los doce ataúdes, llenos de virutas y con sus correspondientes almohadillas:
– Estos ataúdes -díjole- estaban destinados a tus hermanos, pero ellos huyeron al bosque antes de nacer tú -y le contó todo lo ocurrido. Dijo entonces la niña:
– No llores, madrecita mía, yo iré en busca de mis hermanos. Y cogiendo las doce camisas se puso en camino, adentrándose en el espeso bosque.
Anduvo durante todo el día, y al anochecer llegó a la casita encantada. Al entrar en ella encontróse con un mocito, el cual le preguntó:
– ¿De dónde vienes y qué buscas aquí? -maravillado de su hermosura, de sus regios vestidos y de la estrella que brillaba en su frente.
– Soy la hija del Rey -contestó ella- y voy en busca de mis doce hermanos; y estoy dispuesta a caminar bajo el cielo azul, hasta que los encuentre.
Mostróle al mismo tiempo las doce camisas, con lo cual Benjamín conoció que era su hermana.
– Yo soy Benjamín, tu hermano menor- le dijo. La niña se echó a llorar de alegría, igual que Benjamín, y se abrazaron y besaron con gran cariño. Después dijo el muchacho:
– Hermanita mía, queda aún un obstáculo. Nos hemos juramentado en que toda niña que encontremos morirá a nuestras manos, ya que por culpa de una niña hemos tenido que abandonar nuestro reino. A lo que respondió ella:
– Moriré gustosa, si de este modo puedo salvar a mis hermanos.
– No, no -replicó Benjamín-, no morirás; ocúltate debajo de este barreño hasta que lleguen los once restantes; yo hablaré con ellos y los convenceré.
Hízolo así la niña. Ya anochecido, regresaron de la caza los demás y se sentaron a la mesa. Mientras comían preguntaron a Benjamín:
– ¿Qué novedades hay? A lo que respondió su hermanito:
– ¿No sabéis nada?
– No -dijeron ellos.
– ¿Conque habéis estado en el bosque y no sabéis nada, y yo, en cambio, que me he quedado en casa, sé más que vosotros? -replicó el chiquillo.
– Pues cuéntanoslo -le pidieron.
– ¿Me prometéis no matar a la primera niña que encontremos?
– Sí -exclamaron todos-, la perdonaremos; pero cuéntanos ya lo que sepas.
– Entonces dijo Benjamín:
– Nuestra hermana está aquí -y, levantando la cuba, salió de debajo de ella la princesita con sus regios vestidos y la estrella dorada en la frente, más linda y delicada que nunca ¡Cómo se alegraron todos y cómo se le echaron al cuello, besándola con toda ternura!
La niña se quedó en casa con Benjamín para ayudarle en los quehaceres domésticos, mientras los otros once salían al bosque a cazar corzos, aves y palomitas para llenar la despensa. Benjamín y la hermanita cuidaban de guisar lo que traían.
Ella iba a buscar leña para el fuego, y hierbas comestibles, y cuidaba de poner siempre el puchero en el hogar a tiempo, para que al regresar los demás encontrasen la comida dispuesta. Ocupábase también en la limpieza de la casa y lavaba la ropa de las camitas, de modo que estaban en todo momento pulcras y blanquísimas. Los hermanos hallábanse contentísimos con ella, y así vivían todos en gran unión y armonía. He aquí que un día los dos pequeños prepararon una sabrosa comida, y, cuando todos estuvieron reunidos, celebraron un verdadero banquete; comieron y bebieron, más alegres que unas pascuas.
Pero ocurrió que la casita encantada tenía un jardincito, en el que crecían doce lirios de esos que también se llaman „estudiantes.“ La niña, queriendo obsequiar a sus hermanos, cortó las doce flores, para regalar una a cada uno durante la comida. Pero en el preciso momento en que acabó de cortarlas, los muchachos se transformaron en otros tantos cuervos, que huyeron volando por encima del bosque, al mismo tiempo que se esfumaba también la casa y el jardín. La pobre niña se quedó sola en plena selva oscura, y, al volverse a mirar a su alrededor, encontróse con una vieja que estaba a su lado y que le dijo:
– Hija mía. ¿qué has hecho? ¿Por qué tocaste las doce flores blancas?
Eran tus hermanos, y ahora han sido convertidos para siempre en cuervos. A lo que respondió la muchachita, llorando:
– ¿No hay, pues, ningún medio de salvarlos?
– No -dijo la vieja-. No hay sino uno solo en el mundo entero, pero es tan difícil que no podrás libertar a tus hermanos: pues deberías pasar siete años como muda, sin hablar una palabra ni reír. Una palabra sola que pronunciases, aunque faltara solamente una hora para cumplirse los siete años, y todo tu sacrificio habría sido inútil: aquella palabra mataría a tus hermanos.

Díjose entonces la princesita, en su corazón: „Estoy segura de que redimiré a mis hermanos.“ Y buscó un árbol muy alto, se encaramó en él y allí se estuvo hilando, sin decir palabra ni reírse nunca.
Sucedió, sin embargo, que entró en el bosque un Rey, que iba de cacería. Llevaba un gran lebrel, el cual echó a correr hasta el árbol que servía de morada a la princesita y se puso a saltar en derredor, sin cesar en sus ladridos. Al acercarse el Rey y ver a la bellísima muchacha con la estrella en la frente, quedó tan prendado de su hermosura que le preguntó si quería ser su esposa. Ella no le respondió de palabra; únicamente hizo con la cabeza un leve signo afirmativo. Subió entonces el Rey al árbol, bajó a la niña, la montó en su caballo y la llevó a palacio. Celebróse la boda con gran solemnidad y regocijo, pero sin que la novia hablase ni riese una sola vez.
Al cabo de unos pocos años de vivir felices el uno con el otro, la madre del Rey, mujer malvada si las hay, empezó a calumniar a la joven Reina, diciendo a su hijo:
– Es una vulgar pordiosera esa que has traído a casa; quién sabe qué perversas ruindades estará maquinando en secreto. Si es muda y no puede hablar, siquiera podría reír; pero quien nunca ríe no tiene limpia la conciencia.
Al principio, el Rey no quiso prestarle oídos; pero tanto insistió la vieja y de tantas maldades la acusó, que, al fin, el Rey se dejó convencer y la condenó a muerte. Encendieron en la corte una gran pira, donde la reina debía morir abrasada. Desde una alta ventana, el Rey contemplaba la ejecución con ojos llorosos, pues seguía queriéndola a pesar de todo. Y he aquí que cuando ya estaba atada al poste y las llamas comenzaban a lamerle los vestidos, sonó el último segundo de los siete años de su penitencia.
Oyóse entonces un gran rumor de alas en el aire, y aparecieron doce cuervos, que descendieron hasta posarse en el suelo. No bien lo hubieron tocado, se transformaron en los doce hermanos, redimidos por el sacrificio de la princesa. Apresuráronse a dispersar la pira y apagar las llamas, desataron a su hermana y la abrazaron y besaron tiernamente.
Y puesto que ya podía abrir la boca y hablar, contó al Rey el motivo de su mutismo y de por qué nunca se había reído. Mucho se alegró el Rey al convencerse de que era inocente, y los dos vivieron juntos y muy felices hasta su muerte. La malvada suegra hubo de comparecer ante un tribunal, y fue condenada. Metida en una tinaja llena de aceite hirviente y serpientes venenosas, encontró en ella una muerte espantosa.

Antecedentes
Interpretaciones
Lengua
„Los doce hermanos“ es un cuento de hadas de los Hermanos Grimm que explora temas como el sacrificio, la lealtad y la redención. La narrativa comienza con un dilema real: un rey que planea sacrificar a sus doce hijos varones si el próximo hijo resulta ser una niña, para asegurar que el reino entero quede heredado por ella. A pesar de las intenciones del rey, la reina, preocupada por la seguridad de sus hijos, les advierte y les ayuda a huir al bosque.
En el bosque, los doce hermanos hacen una vida solitaria hasta que un día hallan a su hermana menor, quien los busca después de descubrir la historia de su nacimiento. Sin embargo, un accidente lleva a los hermanos a ser transformados en cuervos debido a una maldición, liberable solo a través del sacrificio personal de su hermana. Ella se compromete a salvarlos manteniéndose muda y sin reír durante siete años.
El cuento desarrolla la fortaleza de la hermana, quien incluso en momentos de gran injusticia y peligro, mantiene su voto de silencio para liberar a sus hermanos al final de los siete años. La historia resalta la fe y la perseverancia de los personajes, culminando con la reunión y salvación de los hermanos y la reivindicación de la princesa. La trama muestra cómo el amor fraternal y la determinación pueden superar maldiciones y adversidades, llevando a un desenlace donde la justicia y la bondad triunfan sobre la maldad y la injusticia.
El cuento de hadas „Los doce hermanos“ de los Hermanos Grimm es una historia rica en simbolismo y temas tradicionales del folclore europeo. A continuación, ofrezco algunas interpretaciones posibles de este relato:
Temas y Simbolismo
El Sacrificio y El Amor Fraterno: Este cuento destaca el sacrificio personal y el amor fraterno. La princesita arriesga todo para salvar a sus hermanos, mostrando cómo el amor y la devoción pueden superar incluso los desafíos más difíciles. Su sacrificio culmina en una lección sobre lo que implica verdaderamente el amor incondicional.
La Injusticia y La Venganza: La historia comienza con una injusticia: el rey planea matar a sus hijos por el simple hecho de desear que su herencia se concentre en una hija potencial. Este inicio trágico también lleva a un deseo de venganza por parte de los hermanos, evidenciando cómo la injusticia puede engendrar odio y resentimiento.
Transformación y Redención: La transformación de los hermanos en cuervos es simbólica del castigo y el aislamiento. La redención se logra a través del sacrificio y la penitencia de su hermana, sugiriendo que el amor y la perseverancia pueden devolver el equilibrio roto.
El Silencio como Poder: La princesa elige voluntariamente el silencio como medio para salvar a sus hermanos. Este motivo aparece también en otros cuentos de hadas, reflejando el poder y la fuerza que pueden encontrarse en el silencio y la paciencia.
Feminidad y Poder Interno: La protagonista muestra fuerza interior y determinación, desafiando las expectativas tradicionales de género. Aunque parece indefensa (muda y bajo amenazas), su poder proviene de su capacidad de sacrificio y amor, superando pruebas y enfrentando adversidades para salvar a su familia.
El Rol de la Mujer en el Matrimonio: La historia también explora la figura de la esposa silente que soporta calumnias y presiones de una sociedad que no la entiende. Solo al final, cuando se demuestra su valor y virtud, se le reconoce plenamente.
La Justicia y El Castigo: El cuento termina con la justicia poética aplicada a la suegra malvada, mostrando que en el universo moral de los cuentos de hadas, las fuerzas del bien finalmente prevalecen sobre el mal.
Consideraciones Culturales
Este tipo de cuentos refleja los valores y preocupaciones de las sociedades en las que fueron creados. La importancia de la familia, las pruebas personales para alcanzar un bien mayor, y la idea de justicia divina son conceptos recurrentes en muchas culturas, transmitidos a través de cuentos orales que se recopilaron en escritos como los de los Hermanos Grimm.
En resumen, „Los doce hermanos“ es un cuento que explora temas universales del amor fraterno, sacrificio, y la lucha del bien contra el mal, a través de una narrativa rica en simbología y enseñanzas morales.
El análisis lingüístico del cuento „Los doce hermanos“ de los Hermanos Grimm nos permite explorar diversos aspectos del uso del lenguaje, la estructura narrativa y las características estilísticas propias de este tipo de narraciones. A continuación, abordaré algunos de los elementos más destacados:
Estructura narrativa:
Introducción: El cuento comienza con la presentación de una situación inicial de equilibrio, donde un rey y una reina viven felices con sus doce hijos varones. La declaración del rey sobre el destino de los hijos si el nuevo bebé es una niña introduce el conflicto.
Desarrollo: El relato sigue con la huida de los hermanos al bosque y la posterior búsqueda de la hermana menor. Aquí se presentan episodios clásicos de cuentos de hadas, como el encuentro con una casita encantada y el pacto de silencio de la hermana.
Clímax: Se alcanza cuando la hermana corta las flores y los hermanos son transformados en cuervos, lo que intensifica el conflicto y conduce a la resolución.
Desenlace: La resolución llega con el sacrificio de silencio de la hermana, la liberación de los hermanos y el feliz reencuentro y reconocimiento de su inocencia por parte del rey.
Caracterización y simbolismo: Los personajes son arquetípicos: el rey autoritario, la reina afligida, el hijo menor astuto y la hermana valiente. La estrella en la frente de la princesa simboliza su carácter especial y su destino extraordinario. Los objetos, como las camisas y los ataúdes, tienen carga simbólica, representando el sacrificio y el peligro que acechan a los protagonistas.
Tema y motivo: Los motivos de sacrificio, amor fraternal y transformación son centrales en el cuento. El sacrificio mudo de la princesa y la redención de los hermanos reflejan temas de abnegación y lealtad. El cuento también aborda la lucha entre el bien y el mal, como se muestra en el enfrentamiento final con la malvada suegra.
Estilo y lenguaje: El lenguaje es simple y directo, característico de los cuentos populares, lo que facilita su transmisión oral. El uso del diálogo es prominente y esencial para avanzar la trama y revelar las emociones de los personajes. Se emplean fórmulas típicas de los cuentos de hadas, como „érase una vez“, que crean una atmósfera atemporal y universal.
Elementos mágicos: La transformación de los hermanos en cuervos y el poder de redención mediante el sacrificio silencioso son ejemplos de los elementos mágicos que cruzan el relato. La intervención de seres mágicos, como la vieja que explica las consecuencias de cortar los lirios, refuerza el carácter fantástico del cuento.
En resumen, „Los doce hermanos“ es un cuento de hadas que emplea arquetipos, un lenguaje claro y ricos simbolismos para tejer una historia conmovedora sobre el sacrificio, el amor y la justicia. La estructura y los temas reflejan preocupaciones humanas profundas, como el valor del sacrificio personal y la lucha por la verdad y el amor incondicional.
Información para el análisis científico
Indicador | Valor |
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Número | KHM 9 |
Aarne-Thompson-Uther Índice | ATU Typ 451 |
Traducciones | DE, EN, DA, ES, FR, PT, FI, HU, IT, JA, NL, PL, RU, TR, VI, ZH |
Índice de legibilidad de Björnsson | 37.2 |
Flesch-Reading-Ease Índice | 32.6 |
Flesch–Kincaid Grade-Level | 12 |
Gunning Fog Índice | 15.8 |
Coleman–Liau Índice | 10.1 |
SMOG Índice | 12 |
Índice de legibilidad automatizado | 7.1 |
Número de Caracteres | 10.642 |
Número de Letras | 8.301 |
Número de Frases | 121 |
Número de Palabras | 1.886 |
Promedio de Palabras por oración | 15,59 |
Palabras con más de 6 letras | 407 |
Porcentaje de palabras largas | 21.6% |
Número de Sílabas | 3.532 |
Promedio de Sílabas por Palabra | 1,87 |
Palabras con tres Sílabas | 467 |
Porcentaje de palabras con tres sílabas | 24.8% |